Aspen fue tranquilo, pero el diseño fue no — Un mes después
- Raul Reyeszumeta

- May 16
- 4 min read
En abril, MarketScale me envió a Aspen para algo diferente. No a un evento corporativo.No a una cumbre. No a un curso.

Fue una experiencia inmersiva para inspirarme, aprender y reconectarme con el diseño de una manera más profunda.
El viaje fue inmersivo, planeado e impulsado por la empresa, y llegó en el momento justo. Nuestra plataforma está creciendo rápido, evolucionando a diario, y esta fue una oportunidad para hacer una pausa, recargar y volver más afilado.
Y con “lo que sigue”, me refiero a ahora, porque estamos diseñando más que nunca. Cada parte de nuestra plataforma está mejorando, y el trabajo que estamos haciendo para clientes y creadores exige ese tipo de claridad.
MarketScale no me envió a Aspen solo por las vistas. Me enviaron porque necesitaba espacio para pensar. Para ver diseño en un lugar real —no en una pantalla, no en una presentación—. Para caminar a través del trabajo de alguien que realmente construyó algo que perdura.
El objetivo era simple: inspirarme, recargar, aprender algo y volver mejor. No buscaba unas vacaciones. Buscaba claridad —sobre tipografía, sobre arquitectura, sobre cómo el diseño realmente se manifiesta en el mundo.
Aspen simplemente resultó ser el lugar donde todo se unió.

Día Uno: Góndolas, nieve y un reinicio silencioso
Primera parada: Aspen Mountain. Tomamos la góndola hacia arriba, miramos el valle desde lo alto y dejamos que la altitud y el silencio lo reiniciaran todo. Exploramos un poco el pueblo. Vimos cómo incluso los pequeños detalles se sentían intencionales. Pero el clima cambió rápido. Así que regresamos al hotel, pedimos comida y simplemente desaceleramos. Esa cena impactó más de lo esperado. Sin distracciones, sin planes, solo descanso.

Día Dos: Del arte al Bauhaus
La mañana comenzó con una visita al Museo de Arte de Aspen. Tranquilo, minimalista y lleno de luz —marcó el tono. De ahí, tuve la oportunidad de almorzar en Ajax Tavern. Está justo al pie de la montaña —donde los esquiadores aterrizan después de bajar—. Así que es esta gran mezcla de belleza montañosa cruda y energía post-descenso. Una cerveza local bien fría, una sopa de cebolla caliente, y ese tipo de vibra al lado de la montaña que te hace desacelerar y absorberlo todo.
Después del almuerzo, tomé el autobús de regreso hacia el Instituto Aspen para la verdadera inmersión.
La tarde la pasé en un recorrido guiado por el campus del Instituto Aspen —caminando los terrenos, comprendiendo la disposición y viendo cómo la influencia de Bayer tocaba todo. La exposición, los edificios, la forma en que el lugar está estructurado —todo fluía en conjunto. El tipo de recorrido que no solo te muestra cosas, sino que reordena cómo las ves.

Caminando dentro del Bauhaus
Exploramos el Instituto Aspen y el campus de Meadows. No necesitas señales que te digan que es Bauhaus. Lo sientes en cómo todo está colocado. Las formas. Los colores. El ritmo. No hay decoración aquí. No hay espacio desperdiciado. Solo decisiones. Solo estructura. Solo presencia.
No fui a analizar. Solo caminé. Dejé que me golpeara. Dejé que reconfigurara algunas cosas. Una banca escondida junto a una escultura. Una ventana que enmarca las montañas como si estuviera planeada para esa toma exacta. Mínimo, pero no frío. Limpio, pero no vacío.

La exposición
La exposición se llevó a cabo en el Resnick Center for Herbert Bayer Studies, un espacio completamente dedicado a la vida y obra de una de las figuras más influyentes del Bauhaus. Solo estar en ese edificio le daba peso a cada pieza exhibida.
Viví la exposición con solo otra pareja y nuestro guía. Hizo que todo se sintiera íntimo e intencional. Resultó que la pareja eran conocedores del arte —realmente expertos en el diseño Bauhaus, la historia de Aspen y el trabajo de Herbert Bayer—. Se podía sentir su respeto por el espacio. No solo observaban —conectaban ideas, hacían preguntas reflexivas, aportaban contexto. Cambió toda la experiencia. Ese tipo de presencia cambia la sala.

Bauhaus Typography at 100 no fue ruidosa. No estaba llena. No era llamativa. Fue enfocada. Reducida. Apretada.
La sala misma se sentía parte de la exposición —brillante, contenida y precisa. Cada pieza tenía espacio para respirar. Podías realmente escucharte pensar, lo cual hacía que todo impactara más.
Había carteles, trabajos impresos, sistemas de cuadrícula, estudios de formas tipográficas —todos los fundamentos reducidos a su esencia. Nada decorativo. Todo esencial.
Una sección se centraba en las contribuciones de Herbert Bayer, y me impactó cuán adelantado a su tiempo realmente estaba. Tipografía no solo como letras, sino como sistemas. Como arquitectura. Era menos sobre fuentes y más sobre marcos estructurales.

Cada detalle —alineación, peso, espaciado— te hacía darte cuenta de que la tipografía, cuando se hace bien, no es solo visual. Es estructural. Guía el comportamiento. Transmite tono sin decir una palabra.Fue el tipo de exposición que no te sobrecarga. Te agudiza. Te hace querer volver a tu propio trabajo y depurarlo. Hacer que diga más haciendo menos. Un recordatorio de que la tipografía no es estilo —es estructura. Es función. Es comunicación.

Lo que cambió
Un mes después, sigo pensando en esos espacios. El silencio. La estructura. Y cuánto aclaró lo que importa en el diseño.
Este no fue un viaje de turismo. Fue un reinicio. No un descanso del trabajo, sino un cambio en cómo lo enfrento.
Desde Aspen, me encuentro eliminando el ruido más rápido. Haciendo mejores preguntas. Dejando que la función lidere. La claridad que encontré allá no se desvaneció cuando llegué a casa —se amplificó. Se manifiesta en cómo pensamos el branding, en las decisiones tipográficas que estamos tomando y en cómo estamos simplificando la forma en que nuestra plataforma se comunica.
MarketScale está diseñando más, y diseñando con más inteligencia. Porque el trabajo sigue evolucionando. El viaje no solo me recargó. Me mostró cómo apuntar con más precisión.
La interfaz UI/UX del MarketScale Studio es un ejemplo claro. Hemos incorporado principios Bauhaus en la estructura: jerarquía, claridad, ritmo. Pensamos en sistemas, no en páginas. La tipografía está más enfocada. Los diseños son más ligeros. Cada decisión se siente más honesta.
Y no es solo para nosotros, es para nuestros creativos y clientes que servimos cada día.
— Raul R.
